LA CULPA FUE DEL CHA CHA CHÁ
Este Pollock de sangre bajo el que difícilmente caminamos es nuestro cielo,
un cielo que oprime con lentos movimientos y mareas que resacan claroscuros.
La luna es una pupila en negativo, fija;
y aquí el movimiento de la mano de Thriller tiene lugar a la inversa,
como un árbol tragado de repente por la tierra:
las uñas germinan, brotando en estatuas de hueso-
sus miradas blancas son mortificaciones del mismo recuerdo,
una y otra vez desde todas las direcciones, junto al estanque de mercurio
o a través de la ventana enrejada si intentas descansar.
Este es el país de la culpa, este islote de sal perdido en un mar muerto.
Cuando sales de aquí olvidas su existencia,
en el instante en que la olvidas por completo
vuelves a entrar.